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El director de la Escuela de Ingeniería de Bilbao, Enrique Amezua, en el taller de Mecánica de uno de los edificios de San Mamés.
«Los sueldos han bajado y ya no parecen propios de la formación de un ingeniero»

«Los sueldos han bajado y ya no parecen propios de la formación de un ingeniero»

Enrique Amezua, director de la Escuela de Bilbao, afronta el reto de unificar los cuatro centros de la UPV/EHU en Bizkaia

Marta Fdez. Vallejo

Sábado, 11 de febrero 2017, 00:41

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Enrique Amezua acaba de ser nombrado director de la nueva Escuela de Ingeniería de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en Bilbao. El centro fusiona las cuatro escuelas de Bizkaia: los dos de industriales, Minas y Obras Públicas ubicadas en San Mamés y Náutica y Máquinas Navales de Portugalete, algunas con titulaciones únicas en Euskadi y que acogen a alumnos de los tres territorios. Este catedrático, que dirigía desde 2007 la anterior escuela superior, asegura que la unión va a permitir «aprovechar mejor los recursos» y dar un impulso a los grados con menos gancho.

La unificación de las cuatro escuelas es un reto complicado ¿no?

Es un reto importante. Habrá que cambiar aspectos de gestión y organización para hacerlo de forma unificada. Se van a aprovechar mejor los recursos: el conjunto de técnicos, de administrativos, de personal... Habrá más docentes que se puedan dedicar a investigar.

No ha gustado a todos.

Ha habido reticencias, sí, pero al final va a ser positivo. Mi esperanza es que después de los cuatro años de mandato la gente perciba que ha sido una fusión para mejorar y que vayamos perdiendo todos la identidad de 'yo soy de Náutica', 'yo soy de Minas', 'yo soy de aquí'...

¿En qué va a mejorar?

Lo positivo de cara al exterior es que el mensaje va a ser unificado y será más claro para los futuros estudiantes, para las familias y para la sociedad. Antes, cada escuela lanzaba su mensaje y parecía que estábamos compitiendo entre nosotros, cuando hay sitio para todos.

Las ingenierías son estudios con muy buenas salidas laborales, ¿se refleja en el número de alumnos que eligen estas carreras?

Tenemos cinco mil estudiantes en grados y másteres. Hay titulaciones que llenan el cupo. Y hay bastantes que, quedando plazas libres, cuentan con una matrícula semejante cada curso. Habría que hablar de estabilidad.

¿Cuántos grados dejan plazas libres?

Muchos. De los doce grados que ofrecemos, se llenan cinco o seis. Media docena se quedan con plazas libres. Y la tendencia futura es a un leve decrecimiento.

¿Por qué?

Se notan las fluctuaciones del mercado laboral. Cuando las perspectivas de trabajo son buenas en general vienen menos alumnos. Cuando llegan tiempos duros se apuntan más estudiantes.

¿Se nota ya la mejoría económica en las aulas?

Todavía no hemos salido del pozo, pero se está mejorando. Y esa es una de las razones de que la tendencia general en las ingenierías es de un leve decrecimiento, a pesar de que todos los entes y analistas dicen que son las profesiones con más futuro.

¿Por qué siguen teniendo poco gancho algunas ingenierías?

Hay titulaciones que han estado ligadas al mundo de la construcción y están padeciendo los efectos duros de la crisis. El grado de ingeniería de Minas, por ejemplo, tiene mal futuro aquí y en todas partes porque las minas han desaparecido. En otras titulaciones puede influir que las ingenieras son carreras, comparativamente con otras, más duras.

Ahora hay más éxito académico en la escuela.

Hace ocho años, en ingeniería industrial el abandono de los estudios estaba en el 40%, ahora en el 15%. La principal razón es que ha subido la nota de corte. Hay una relación directa entre la nota de acceso y el éxito académico. Entran jóvenes más acostumbrados a estudiar.

Más de un 95% de inserción

¿La inserción laboral sigue siendo muy alta?

Por encima del 95%. Incluso en los peores momentos de la crisis era de más del 90%, aunque tardaban más tiempo en encontrar trabajo. Lo que sí se nota es que los sueldos han disminuido claramente.

Hay ingenieros mileuristas.

Los sueldos actuales no son adecuados a la formación que tiene el titulado, eso está claro. Los salarios han bajado y no parecen propios de un ingeniero que ha dedicado años de esfuerzo importante a su formación.

¿Por eso muchos deciden irse fuera de Euskadi?

Nuestros ingenieros son muy buenos y demandados, aquí y en el extranjero. Hemos entrado en el Ranking de Shanghai y en un buen puesto. Podrían trabajar aquí, pero deciden marcharse. Si se van es porque tienen mejores ofertas fuera. El sector industrial debería pensar qué ofrecer para que se queden.

Estamos perdiendo talento.

Aquí se genera talento, y el talento, cuando tiene mucho nivel, no coge como primera opción quedarse a trabajar al lado de casa. Pero es una profesión en la que, aunque les contraten en una empresa de aquí cerca, al final todos van a estar trotando por el mundo. Se lo vamos inculcando desde que entran.

De hecho, entre los proyectos de futuro de la escuela está enviar a más alumnos al extranjero.

Y traer a más estudiantes extranjeros. El objetivo es que en el curso 2017-2018 enviemos fuera a 250 alumnos y podamos atraer a la mitad de otros países. Salir fuera lo valoran mucho las empresas, los estudiantes mejoran el idioma y ven que ellos están muy bien formados. Si atraemos a alumnos extranjeros quiere decir que hemos conseguido ser atractivos a universidades de fuera.

¿Cuál es su prioridad?

Tenemos que mantener lo que se está haciendo bien y mejorar o reestructurar las titulaciones que tienen dificultades. Pero mi objetivo número uno es que el proceso de fusión se asiente y cuaje. Conseguir ser una única escuela de ingeniería, de verdad. Si he asumido este reto es con ese propósito.

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